martes, 22 de octubre de 2019

Para y disfrútate, que no eres una máquina


Nos han inculcado desde muy pequeños que tenemos que perseguir nuestros sueños y ser los mejores. OK, perfecto. Pero... ¿Nos han enseñado a saber disfrutar del camino? La respuesta es no. Y en realidad esto es extremadamente importante para no desesperarte o volverte loco, y en consecuencia es algo que todos deberíamos aprender a hacer, por nuestro propio bien como individuos y como sociedad.

Esta reflexión me nace porque esta semana me he dado cuenta (con algo de ayuda de un amigo y sus sabias palabras, tengo que reconocer) de que pese encontrarme en situaciones muy favorables a día de hoy (en el trabajo, en mi vida personal, en mis objetivos vitales) sufro más de lo que realmente debería hacerlo -en forma de agobio, estrés, ansiedad, incluso tristeza-; y todo se debe a que me cuesta parar a apreciar mi situación privilegiada. Y tengo que aprender a hacerlo, porque sino seré más infeliz que feliz, y eso no es ni bueno ni sano, y tampoco me lo merezco.

Por tanto, como conclusión y recomendación: es imprescindible parar a tomar un respiro de vez en cuando, porque cuando lo haces recuperas oxígeno, observas y aprecias dónde estás, recuerdas hacia dónde vas y por qué lo haces, y retomas tu camino con muchas más ganas y convicción.
Así que hazme un favor: para y respira, que vas bien ;)


<<Dum spiro, spero>>

(Mientras haya aliento, habrá esperanza)

sábado, 28 de septiembre de 2019

Primero haz, luego opina. El Indomable Will Hunting


Lo reconozco, soy muy cinéfilo.

Hace poco me he vuelto a ver la película El Indomable Will Hunting -por cuarta vez diría-. PE-LI-CU-LÓN. Me parece que tanto Matt Damon como el inolvidable y carismático Robin Williams están sublimes durante toda la película. Pero no vengo a hablar de cine, vengo a hablar del mensaje de vida que transmite una de las míticas escenas de la película.

Para aquellos que no hayáis visto la película, os la recomiendo 10/10. ¡No perdáis el tiempo, dejad lo que estéis haciendo y dadle al play!

Para los que sí la hayáis visto, seguro que recordáis la escena en el lago. Sobre ella voy a reflexionar a continuación. Ahí va:

"No puedes saber realmente sobre nada si nunca lo has probado, 
tan solo puedes tener una ligera idea."

Seguro que ahora mismo tienes algo pendiente de hacer, cambiar o mejorar, yo sí lo tengo; por ejemplo: aprender a cocinar platos que he probado en restaurantes y que me han encantado, aprender a bailar, leer más, hacer un cursillo de fotografía, sacarme el carnet de conducir, organizarme mejor la semana, pasar más tiempo con mi perro, dedicarle más tiempo a mi empresa, ser menos pesimista, tener más energía, ser más constante en el gimnasio, ser más estable emocionalmente, y un largo etc. (cuanto más tiempo lo pienso, más tareas pendientes aparecen). Poco a poco todo llega. Entonces, ¿Por qué no das un primer paso hacia alguno de esos objetivos HOY? Deja de pensar sobre ello, toma las riendas y comienza a cabalgar. 
Piensa que incluso la Sagrada Familia comenzó con un mero ladrillo. Pero poner ese ladrillo quizá fue la decisión más importante en la vida de Gaudí.

La parte que quizá se nos escape de todo esto, quizá porque no seamos verdaderamente conscientes sobre ello, es que cuanto más haces por cumplir uno de tus objetivos más repercutes en la consecución del resto. Todo está relacionado. Porque saber hacia dónde vas te llena de optimismo y confianza, ingredientes muy importantes para lograr el éxito.

Por tanto, en resumen y a modo de consejo: deja de fantasear e idealizar y comienza a actuar. Las cosas más bonitas en la vida les suceden a quienes se atreven y asumen riesgos.

Y tú, 
¿Estás dispuesto a dar ese paso adelante y cargar con la responsabilidad? 

TE RETO A HACERLO Y LUEGO ME CUENTAS QUÉ TAL TE HA IDO.


Pd. La escena es esta: Escena Good Will Hunting (en inglés)

sábado, 31 de agosto de 2019

Verano 2019. El sur es otro rollo


11 días, 3 amigos, un Mercedes 180 rojo, diesel y automático (precioso), y muchos kilometros por delante. 3300 km. dan para mucho.

Del Prat a Cunit. De Cunit a Alicante. De Alicante a Málaga. De Málaga a Torremolinos. De Torremolinos a Iznalloz. De Iznalloz a Granada. De Granada a Almería. De Almería a Aguadulce. De Aguadulce a Cabo de Gata. De Cabo de Gata a Mojacar. De Mojacar a Peñíscola. Y de Peñíscola a Barcelona.

A una media de 15.000 pasos al día visitamos pueblos y ciudades con un encanto especial, y conocimos a personas que siempre recordaré.

Recorrimos los tres juntos calles de todos los tamaños y colores en ambientes festivos -no se nos escapaba ningún detalle de las mismas. Alquilábamos hoteles a última hora a través de Booking desde estaciones de servicio y gasolineras, mientras nos fumábamos un cigarro, saboreábamos tapas de todos los sabores, contábamos anécdotas, y respondíamos mensajes de Instagram.
Pese a haber cometido un par de errores a la hora de elegir apartamentos, el viaje resultó ser una experiencia única para los tres. En mi caso, ha supuesto un antes y un después.

Nunca me olvidaré de aquel precioso piso en Alicante, aquella simpatiquísima "reclutadora" de Elche (así es como llama mi colega Gabri a quienes te invitan a tomarte una copa en un pub), aquella fatídica primera noche en Málaga que nos obligó a dar vueltas sin rumbo cual zombies por la ciudad hasta las 6:30 am, aquel desayuno en el Bar Naranjito lleno de mosquitos de Torremolinos, aquellos abuelos practicando running antes de ver salir el sol (algunos de ellos, más fuertes que tú y que yo, parecía que se estaban preparando para el Ironman Torremolinos), aquel Sol..., aquella mini-siesta en la playa, aquel vino dulce y peleón llamado Cartojal... Bendito Cartojal! Tampoco olvidaré aquellas dos noches en el recinto ferial de Málaga durante la Feria, aquellos cigarros que nos servían para entablar conversación con gente borracha pero majísima. Marta y Andrea. Aquel pisazo en Málaga, uno de los más antiguos de la ciudad, menuda ganga, menuda suerte! Ni de aquella clase magistral de plancha, ni aquel yate de Roberto Cavalli que lucía precioso a la luz de la luna, o aquel viaje al pueblo de mi colega, Iznalloz -los paisajes de Granada son impresionantes: montañas, bosques, campos verdes, y Sierra Nevada de fondo-. La amabilidad de la familia de David (muchas gracias por todo, eternamente agradecido). Aquellas dos noches de fiesta en la feria del pueblo que le daban mil vueltas a la noche de Barcelona, aquellos bares cuyos camareros podían ganar el Premio a la persona más simpática del mundo. Aquel histórico, multi-cultural, y bohemio barrio llamado Albahicín, que me hizo recordar a mi querido barrio de Gracia. Aquel tour por la majestuosa Alhambra, aquel crack de guía, Álvaro. Aquellas fotos en el palacio de Carlos V y aquella Alhambra en la Alhambra. Aquella ciudad, Almería, la cual pensábamos que sería un mero parón en nuestra aventura, pero que nos hizo conocer a dos camareras profesionales, simpáticas y tan encantadoras como la copa de un pino, Patri y Laura. Aquel día entero junto a ellas en la playa, en la piscina, en aquel bar que parecía Tailandia, aquella pizza de 1M, aquel juego y aquellas caladas a aquel porro. Aquel gato que parecía Garfield. Aquel Cabo de Gata con aquella chica instagramer que se coló sin importarle la tranquilidad de los flamengos. Bitch. Aquellas playas kilometricas y aquel socorrista cuyo padre también tiene un Mercedes. Aquella noche en Mojacar. Alice. Aquellos madrileños y aquellas madrileñas. Aquel largo viaje hacia nuestro último destino: Peñíscola. Aquella escalada al castillo, aquel Chiringuito de Pepe... Aquel último día en el que los tres recordábamos todo lo escrito anteriormente.

El sur es otro rollo. Sus tapas, sus gentes, sus paisajes, sus pueblos y sus ciudades. Merecen un monumento, o más de los que ya tienen. Tan solo he ido de vacaciones 11 días, pero quizá algún día vuelva para quedarme. Quién sabe... Lo único que ahora sé es que parte de mi corazón se ha quedado allí, en Andalucía, tierra llena de luz, de color, de simpatía y de alegría.

Volveremos.

viernes, 16 de agosto de 2019

Convierte la mierda en combustible


El otro día vi una publicación en Linkedin en la que una chica comercial, como yo, preguntaba a sus contactos: "¿Cuál es el mayor consejo para el trabajo que os han dado nunca?". Decidí participar.

Respondí al post haciendo alusión al consejo que me dio mi padre, también comercial y por más de 30 años, el cual es el siguiente:

"Guarda tus records de facturación para recordarte de lo que eres capaz cuando más dudes de ti mismo y lo necesites."

Buen consejo, funciona. Pero este es un ejemplo que te he puesto para hablar de lo siguiente.

Es muy importante trabajar en la confianza en uno mismo y en el amor propio, porque esto te abrirá muchísimas puertas en la vida. Una de ellas es tu propia mente, que al mismo tiempo es tu activo más importante. 
Pero todos sabemos que la confianza hay veces que se ve nublada por épocas malas donde aparece la tristeza, la desolación, la desesperación, el estrés, la ansiedad, el pesimismo...

Yo también he tenido épocas donde era pesimista, viendo siempre el vaso medio vacío y sintiéndome sumergido en la mierda. Pero si tienes fe, eres paciente, y no te rindes, llega un momento en que, la vida (casi por arte de magia y a menudo cuando menos te lo esperas) te ofrece una oportunidad y tienes que aprovecharla. Entonces, cuando llegue ese momento y con humildad des lo mejor de ti cada día, una cosa te llevará a la otra hasta llegar donde siempre habías querido estar.
Será en ese momento cuando experiencies en tu propia carne el éxito más puro y te des cuenta de lo siguiente:

"En la vida, para triunfar primero hay que fracasar y ser capaz de aprender a convertir la mierda en estiércol, y el estiércol en combustible para tirar hacia adelante."

sábado, 29 de junio de 2019

Los egoistas son más felices


Dice la ciencia que los egoístas son más felices, y con el tiempo he podido comprobar que es verdad.

El egoísta prioriza su felicidad por encima de la de los demás, lo cual me parece muy bien; porque al final somos nosotros mismos quienes mejor nos conocemos y por tanto ¿quién mejor para hacernos sentir bien? No podemos depender de las acciones de otras personas, porque la vida es injusta y no siempre recibirás lo que te mereces por parte de otros; pero sí puedes hacer que todo lo que dependa de ti sea hecho para tu propio bien.

Ahora bien, cuidado con cruzar la delgada línea entre practicar el egoísmo o la egolatría. Está muy bien quererse mucho y actuar para tu propio bienestar, pero nunca llegues al extremo de quererte tanto que pienses que tu opinión es la única de valor!

Según la RAE, egoísta es:
Inmoderado y excesivo amor a si mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.

Dicen que todo en exceso es malo, y generalmente es verdad, pero yo creo que la excepción está en el amor y en la felicidad. Por tanto, primero ámate a ti mismo desmesuradamente y luego ya tendrás tiempo para velar realmente por el interés de los demás. 

Por último, debo decir que tampoco es necesario ser egoísta todo el tiempo. Es decir, considero que es muy sano practicar el egoísmo, es decir priorizar en hacer las cosas por ti; pero el día es largo y siempre hay tiempo para ayudar a quien te necesita y te merece.


¡¡¡Conócete y enamórate de ti. No te arrepentirás!!!

sábado, 18 de mayo de 2019

Sangre de mi sangre


Ayer hablé con mi primo, a quien admiro muchísimo y a quien le tengo muchísima estima. Resumidamente, nos pusimos al día y él aprovechó para hacerme un speech motivacional. Me sorprendió gratamente, ya que gracias a sus palabras recibí una buena dosis de motivación para continuar a tope con mis proyectos personales. 
Sus palabras estaban llenas de positivismo y si su propósito era inspirarme sin duda lo consiguió. 

No fue el qué sino el cómo me lo dijo, ya que pude darme cuenta de su fuerte autoestima y de su determinación, cualidades de las cuales carecía hace unos años...

Antaño, durante su peor época, me vi obligado a sentarme con él y ejercer de hermano mayor; necesitaba urgentemente tener una charla que le ayudara a abrir los ojos. Un día quedamos y yo supe motivarle, hacerle ver que no estaba yendo por el camino correcto y que tan solo tenía visualizar su propio camino y esforzarse un poco más. Así lo hizo, y sinceramente, creo que mejor no pudo haber ido.

Pasado un tiempo, la historia se repite, pero esta vez al revés. Y es especialmente bonito recibir cariño sin pedirlo de alguien a quien en su día ayudaste de igual manera. 

Mi primo fue un muy mal estudiante, pésimo; suspendió más de la mitad de las asignaturas en bachillerato y estaba a un paso de rendirse para tirarse todos los días jugando al ordenador y viendo su vida pasar. Pero hoy en día él es un hombre hecho a si mismo, con una ingeniería, y que no duda en inspirar a sus amigos y a sus familiares cuando considera que tiene que hacerlo. Todo esto para mi no tiene precio y es una bendición haber formado parte del inicio de un cambio tan importante en él.

Primo, sangre de mi sangre, eres un ejemplo para mi. Te quiero.

sábado, 27 de abril de 2019

Cada vez más conectados pero menos comunicados


Recuerdo con cierta añoranza cómo hace 10 años veía a mis amigos casi todos los días, y los días que no les veía nos llamábamos, tirándonos horas al teléfono, y nos contábamos hasta el más mínimo detalle de cómo había ido nuestra jornada, cómo nos sentíamos y qué haríamos el finde.

Hoy en día, basta con un Whatsapp o un Direct de vez en cuando con un "Todo muy bien, y tu qué tal?" como respuesta, y algún que otro like en RRSS. Es lo más habitual, y de hecho es un comportamiento que nuestra sociedad ya ha normalizado.

Cada día que pasa incrementan las formas de "conectar" con otras personas pero nuestras habilidades para comunicarnos y cuidar de nuestro entorno disminuyen. Y me da mucha pena, porque yo soy una persona a quien le gusta cuidar de su gente, pero no soy un hipócrita y reconozco que también me gusta sentirme estimado y si insisto mucho me canso y llega un momento en el que decido desistir.

Las RRSS se hicieron supuestamente para permitirnos mejorar nuestra comunicación, pero tarde o temprano en una sociedad capitalista todo tiende a prostituirse a favor del interés: la televisión, la radio, la prensa, y ahora las redes sociales. Además, por lo que veo, a la mayoría de personas (o usuarios) les interesa antes su fama o su éxito social con respecto a una masa social que desconocen que cuidar o continuar conociendo a los pocos que realmente vale la pena. Y lo más triste, es que no se dan cuenta de lo que están sacrificando por su propio ego.

En mi opinión, teniendo en cuenta el uso que se les da, Facebook, Instagram, Whatsapp, Tinder, etc. deberían considerarse más bien Redes Antisociales, porque van en contra de la creación de vínculos fuertes entre personas; no son equivalentes a la realidad a la que creo debemos aspirar, sino todo lo contrario.

Por último, pese a mi crítica, no voy en contra de las nuevas tecnologías, para nada; pero creo que no se les da el uso adecuado, y en este caso no depende del sistema (como el resto de medios de comunicación), sino de nosotros mismos.

Ahora reflexiona, ¿Estás cuidando de tus amigos como debes o por el contrario prefieres hacerle caso a gente que nunca vas a llegar a conocer?