Hoy hablaré sobre cómo intento conseguir mis metas, las cuales son aquello que me obliga a caminar hacia adelante. Esto lo haré a través de una reflexión, equiparando mi estilo con la siguiente escena de la película Gladiator:
Nota para quien no haya visto la película/ no recuerde la escena/ no entienda la escena:
Máximo (Russell Crowe), que es un gladiador prisionero, se reúne con su amo antes de viajar a Roma, la capital del Imperio, ciudad donde viajan para luchar por su libertad los mejores gladiadores del mundo. Su amo, que en su día fue también gladiador, le cuenta el secreto para ganarse la libertad en el Coliseo Romano: ganarse a la gente; a lo cual Máximo le responde lo siguiente con total determinación:
<<Les ofreceré algo que jamás han visto>>
En cierta medida creo que todos tenemos (si no los tienes, te recomiendo que los tengas) objetivos definidos a corto, medio y largo plazo. Por ejemplo, Gladiator tiene varios objetivos: como matar al Emperador como venganza o ganarse la libertad frente a su pueblo; y un sueño muy definido: volver a ver a su mujer y a su hijo. Precisamente la oportunidad de lograr todo cuanto desea se le brinda a Máximo de la mano de su amo en la escena que hemos visto, ofreciéndole luchar en el Coliseo. Aunque, si os fijáis, esta oportunidad no es gratuita, sino que requiere tener que comprometerse ante su amo a hacer algo diferente y especial: darle al mundo algo que jamás ha visto.
Entonces, mi forma de luchar por mis metas es la misma que la de Gladiator. Es decir, para conseguir el éxito primero tengo que obedecer a mi sabio amo, comprometiéndome ante él a cumplir mi palabra de seguir su ejemplo y todas y cada una de sus instrucciones. En mi caso, mi amo es mi propia consciencia, mi versión más inspirada, motivada, positiva, luchadora y quizás soñadora.